Revista Internacional de Poesía : "Poesía de Rosario" Nº 20
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MARCOS SILBER


EL EXTRAÑO JUEGO DE LAS DISECCIONES DE MARCOS SILBER

 

 

CABEZA, TRONCO Y EXTREMIDADES. EL MONO ARMADO.  2010.

 

La poesía de Marcos Silber no tiene remilgos.  Es directa, apasionada, sensiblemente abofeteadora. Cuando creemos recorrer algún verso  de tono suave inmediatamente nos asesta la reflexión que despierta, que  conmueve, que hace pensar que la poesía de M.S.  es cosa seria.   Casi como el recordado Rembrandt  que en el cuadro “La lección de Anatomía” plasma el momento en el cual el cuerpo humano de un ajusticiado está a punto de ser  abierto por un grupo de cirujanos,  el poeta  se ha puesto frente a su propio cuerpo y como un anatomista de pulcra y finísima  observación –dado que ese es el punto primordial de este libro-  ha ido  cortando su cuerpo con palabras, con poemas, con incisiones precisas, nunca vacilantes, siempre definitivas.  En este seccionar/se  ha sido tan líricamente despiadado, tan jugadamente  analizado  -y es por eso que antes dije que surge de la observación del cuerpo como continente de las sensaciones, es decir lo vivido como recuerdo y lo vívido como experiencia-  que el poeta ha pasado por su exigente cristal de laboratorio todo su cuerpo, la vida,  la muerte y el cuerpo del poema,  imponiéndole a esta disección un riguroso adiestramiento del detalle, nada es casual, nada arbitrario, y, por lo tanto,  el resultado de esa indagación  aplicado a su temática, por cierto lúdica con la idea de la muerte,   marca  el instante en que decide que de su propio cuerpo mane este libro de poemas. 

Dividido en tres capítulos o  debería decir partes humanas,  el autor enumera   estos apartados como también titula su obra: Cabeza, Tronco y Extremidades;  agrega como remate necesario una última sección titulada: Notas de Archivo, aquellas que como al pasar el escritor va apuntando para incluir en la obra tal vez a mayor abundamiento o  claridad en sus  objetivos finales.  Pero en este caso, esas notas… pertenecen al rigor de lo existencial como problema del hombre, son esas “notas” unos apuntes delineados como la gran pregunta o el intenso vacío, tal vez, como la  derrota que todo ser conoce y hace a un lado para seguir hasta el final,  que no será otro  que “la última definitiva oscuridad”.

 

Cabeza

Dedicado a Ivonne Bordelois

Como maestro delante del cuerpo yacente -aquel de Rembrandt o su mismo cuerpo tendido-  nos comienza a enseñar el recorrido del bisturí.  Sinceramente  estremece lo ajeno sobre si,  único modo de lograr emigrar momentáneamente de su continente humano y verlo así, inerme, entregado a la palabra que el poeta le asignará.  No puedo más que transcribirlo en su totalidad porque lo considero asombroso:

 

Disección

 

“La primera incisión, sobre la frente,

paralela a la línea del Ecuador,

con cuidado de no lastimar el soñar del sueño.

La segunda, llevar el bisturí como pincel de ángel,

conducirlo de una a otra apófisis mastoidea

pasando por el portal de la boca –con precaución-

de no rozarle siquiera una vocal a la palabra.

La siguiente,  sobre el arpa del torso

entre la quinta y la sexta intercostal,

por delante del timbal que cesó

guardando de no perturbar sus mareas de pasión.

La incisión contigua

trazarla con pudor de nave de seda

uniendo ambas espinas ilíacas antero-superiores,

evitando atormentar los recuerdos

en las terrazas de las carnes rojas del ardor.

A la altura del triángulo de Scarpa

detenerse  y beber el vino

para celebrar la vida que hubo.

(Una sola copa, hay que continuar)

ahora bien, sobre los muslos, nada;

no despertar las caricias que aún.

Más al sur

descender el acero por las laderas de las tibias

arribando a cada pie.  No más.

Hasta el inicio de la sombra.

Y no tentarse con ella,

no malograrle la esperanza.”

 

imposible no citar este poema, que como se puede advertir claramente  está destinado a ir en busca de todo lo que el cuerpo nos da como territorio poético, como lugar de las mayores concentraciones de humores, deseos, geografías, bordes, aguzando la mirada pero…sin “rozarle siquiera una vocal a la palabra”.  Esto hace pensar que la boca puede y debe morir, y anteriormente puede ser investigada por un certero cirujano, pero atención, lo que la boca ha proferido, ha susurrado, ha aullado, ha construido, eso es todo palabra, eso es huella que quedará indemne en algún lugar de ese ser, tal vez intangible, tan vez intocable, pero con la palabra no, con la palabra no hay muerte que pueda. 

 

Más adelante está el poema que da título al tomo


“Cabeza Tronco y Extremidades”

 

“Esto que yace mudo, quieto,

Detenido en estación terminal,

 ¿qué hace aquí?

Estuvo y ya no más;

comió bebió entró salió de los días

anduvo   apasionó,

digo: amó   fue amado.  Y soñó.

¿Qué hace aquí? (…)

Cabeza  Tronco  Extremidades.

El más sabio ordena: procedamos.

Brilla gozoso el acero,

va a entrar y le entra al que yace

(y de quien ya se habló)

con ojos vaciados de mirar

y boca de playa desnuda.

Cabeza  Tronco  Extremidades.

Hurga acerito; pregunta:

 (…)

Hurga acerito;  dice:

a qué remover sus adentros, (…)

confeccionado será entonces punto por punto

el inventario, registrado todo

lo que asistió a la fiesta de la vida (…)

Hurga acerito

del altillo al subsuelo;

su filo desciende

penetra en la gladiadora cuerpería; (…)

el que amó y fue amado

y soñó,

sobre todo soñó.”

el poeta plantea que el más sabio ordena “procedamos” y luego de eso el inventario puntual  hecho a medida de lo que hemos vivido. Pero más allá de esta visión judeo-cristiana del juicio final, de lo punible por pecado “brilla gozoso el acero”  o “hurga acerito (…su filo desciende/ penetra en la gladiadora cuerpería…” . Quién hace esa postrer registración? Quién hace la disección, quién separa cuerpo y alma, y esa fabulosa cuerpería -que fue dada para amar, luchar y errar, único modo de aprendizaje del hombre-  quién la juzga?, quien le clava la daga final?, el acerito, que va a recorrer todo su mapa de dolores y felicidades.  Quién se atreve con ese filo a ir a hurgar aquellas convicciones  que lo mantuvieron de pie ante la contingencia?.  Quién puede atreverse a hacer un inventario de sueños y amores?, quién puede finalmente juzgar abriendo las carnes del cuerpo,  el origen y la esencia de aquellos?

 

De Craneana  y Craneana II cito:

 

(…) Desde el mirador abarcamos

casi todo el territorio encefálico. (…)

Aquello, sobre la colina

es la casa de Broca, donde se cocinan

la primera y la última palabra (…)*

 

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Acerca de la Duramadre  dice. “no se retira del día sin pasar revista y arropar a cada inquilino(…) Entonces sí,/ como buena señora entre las señoras del mundo/duramadre se sienta a la sombra/ con su ridículo sombrero/y el bordado que nunca acara de bordar”

 

Del  cuello la metáfora es: “Doble mano.  El cuello.  La gran vía”

 

* Area de Broca,  sección del cerebro humano involucrada en la producción del habla, el procesamiento del lenguaje y la comprensión

 

 

Tronco

Dedicado a Leopoldo “Teuco”  Castilla

 

Este capítulo comienza con “Torácica” y luego de recorrer  latidos y respiraciones propias del espacio  concluye con el poema “Bajo Tronco”  y cito: “Porque debe saberse que aquí,/ por los bajos del tronco, uno, detenido en carne sin futuro/, recuerda lujuriosas humedades y recuerda/la corriente continua, festiva, de estar en el mundo. / Recuerdo cómo se buscaban en la noche genital/los carnívoros de hacer vida./ Y no más./…”

 

El poeta sabe que el tronco además de resguardar los órganos fundamentales del cuerpo humano preserva esas vísceras que  representan los fragores y el bullicio de la subsistencia, el corazón de la pelea, el suministro del oxígeno que esa pelea necesita, el mismísimo corazón que se pregunta qué ha sucedido  con el crepitar de la incesante cocina de amar, quién ha decidido el cierre, el cese, el cumplimiento  de los tiempos humanos. Pero también el hígado hace su defensa diciendo que “los suplicios del amor también arriban a mi cisterna a descargar venenos y espinas”.  Saber amar implica todo el cuerpo y toda la cabeza y hasta la fina fatiga de las extremidades, todo involucrado en la única labor que justifica la  vida, amar en resistencia y en embestida.

 

Extremidades

Dedicado Jorge Ariel Madrazo

 

Tres poemas solamente ocupan este tramo del libro, parecería poco y sin embargo, son tres fuertes elementos de análisis de la poética de  Silber. En el primer poema sin título   ya no la promesa de la muerte como final aguardado. Es tiempo de que el mismo cuerpo muerto describa su pasado”…un brazo que frotó y frotó vajilla de la noche;/un corredor carpiano abierto a la buena visita;/ una mano –simple mano- una de aquí que tocó a Dios en la carne amada; /un dedo pulgar que estampó la espiral del nombre/ y un índice que apuntó al norte siempre remoto…” la mano como expresión de contacto, de accesibilidad al otro, una mano para nombrar con texturas,  para la amistad, una mano que con todas sus líneas  será arrasada como aquella que recuerda, la de Víctor Jara y su guitarra y su voz,  muertas por el miedo  de otro que trabajó de asesinar.  Le sigue “Informe del Forense” que es una síntesis de las extremidades inferiores puestas al servicio de la continuidad del hombre y sus “complejas travesías” entre la zozobra y la gloria de los días. 

Finalmente “30.000” poema en el que menciona a aquellos que algunas vez tuvieron un nombre, esos seres que innominados ni una inicial pudo identificarlos. Y agrega “De la horca del dedo gordo del pie/baja el tarjetón. Desnudo. Vacante…” que advertimos dirá NN. y vale no añadir más porque todos sabemos de quienes estamos hablando.

 

Dije al comienzo que la poesía de Marcos Silber no tiene remilgos.  Es directa, apasiona- da, sensiblemente abofeteadora y lo sigo sosteniendo.  Estas breves “Notas de Archivo” que incluye al final del libro y como remate del largo recorrido corpóreo están dedicadas a La Sociedad de los Poetas Vivos: Carlos Levy, Eugenio Mandrini, Carlos Carbone y Santiago Espel.   El poeta  reconoce lo exiguo de la vida para las  expectativas humanas, memora, observa, canta a la travesía con todos sus sentidos y todo su cuerpo pero también  le canta a la muerte porque sabe del maridaje entre las dos y reconocer que el tiempo es breve -por más que se viva siempre será breve-  y por ello a modo de mandato nos invita a  “cada cual completar la felicidad pendiente…”, es más que una propuesta, es la alarma puesta en lo más alto del volumen para que los días no pasen insípidos y deslucidos.  Antológico el poema de la mujer de la sombrilla rosa, sin título,  es una dama que vivió en algún poema antiguo de Silber, ya fatigada, pide un lugar donde tumbarse a morir, el guardia se lo niega, le dice “no es posible, usted está viva”. El final lo dejo abierto pero intuyo que la negación va de la mano con la necesidad de mantener viva la poesía sobre el mundo y aún así fuera posible en el submundo adonde -con todas las interrogantes posibles- sabemos será rescatada por los Orfeos que intentarán reanudarla y traerla al camino por más escatológica que sea la tarea. Marcos Silber ha impulsado con desapego de su propia materia carnal un arte de separación minuciosa de la herramienta  conque ha sostenido su devenir, un disector que  ha ido a lo profundo de su cerebro, de sus vísceras, de toda su anatomía, y casi con la frialdad de un entomólogo ha seccionado el cuerpo humano pero va más allá, va al recinto por donde pasó el ser, la subjetividad, la conciencia, la libertad, el amor y la guerra, los ideales y las pasiones, lo explicable, lo tácito, lo inextricable. Todo dentro del cuerpo, que se entrega -como un sacramento-  a la lectura.  Integración y resignación cópula de alma y cuerpo final.  ANA RUSSO 2011.

                         

 

 
   
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