LA ZONA PRIMITIVA. TOMÁS AIELLO. Colección Fénix. Edidiones del Copista. 2006
Hay libros que son de una impronta particular y éste es uno de ellos. Asistido por un discurso depurado al máximo Aiello le da a estos textos el carácter de obra. Digo esto porque casi todo el conjunto de poemas está escrito en un limpio y fluido endecasílabo. No es habitual recibir poemarios trabajados con este recurso métrico en casi toda la extensión de las composiciones. Mucho menos que no nos surja como un peso o una densidad insuperable su lectura, muy por el contrario es admirable el manar de los versos, su ritmo suave, sin abruptas rupturas para llegar a la métrica deseada hace de este tomo un valioso ejemplo de esmero, profesionalismo y paciente delineación de cada idea contenida en un tiempo reiterado pero blando, manejable para el lector y brindado por el autor quien ha buscado justamente eso, una flexibilidad sorprende en el diseño del verso.
V
Mi padre puede señalar la niebla
O guardar la colmena en el pasado.
La mano entre las piedras buscar cruces
O rechazar la {ultima palada.
La luz puede callarse o dar aullidos.
Puede la música soltar su rienda
Y abrir al desamparo una salida
O adormecer en una cama ajena
Al niño que ha perdido sus recuerdos.
Por otra parte Aiello fiel a la necesidad de hacer fluida la versificación del endecasílabo, maneja los encabalgamientos con soltura y compone con esta técnica poemas de un calibre como el que señalo:
“(…) La línea que separa lo visible
nos obliga a volver a nuestra casa
con las manos vacías y la boca
sin recuerdos-. Es poca la distancia
del pan sobre la mesa a las tinieblas.
La flecha ya desvía su sentido.
Un paso más, la zona primitiva.
En general el poemario es de un tono grave por la temática, son las preocupaciones de un individuo que está observando desde su poética los recuerdos de la infancia, las pérdidas, lo que vale la pena rescatar a costa de revisar algunos dolores y su constancia; no escapan los terrores, la terribilidad y la oscuridad a la que se enfrenta el hombre en sus momentos definitivos e intransferibles. Por ejemplo en su soneto “Diferente” asegura “(…) El día es la llanura interminable/que separa al silencio del silencio(…) La noche es de materia diferente/una ciega entidad sin transparencias,/una canción salvaje que perdura(…) Indudablemente esta es la canción que acompaña al poeta, la que persiste a lo largo de todo el cuerpo del libro, una canción tan salvaje de soledades y una perdurabilidad que seguramente lo seguirá asistiendo por el desvelo de hacer de la palabra un refinado modo de expresión y de identidad que no se aparta de la contundencia de la realidad pero le agrega la forma como modo del más alto afán de su trabajo poético.,
MIGAJAS DE LOCURA. ADRIAN GAIDO. EDICIÓN DE AUTOR. 2009.
Con este título, Adrián Gaido nos da su derrotero poético abriendo este pasaje a la palabra con un poema titulado Lágrimas de Sangre. Coincide que su vida comienza cuando el país vive sus más pesadas lágrimas de sangre ya que el autor nace en 1977. Por lecturas o por tradición oral, seguramente, Adrián ha rescatado los temibles y terribles momentos de aquella década y los suma a los muchos momentos de guerra que –en este caso- ha rescatado de los últimos años de la historia mundial, así dice “Tantos silencios, entre alambres de púa;/carne en descomposición entre tumbas./Y tantos asesinatos sin esclarecer/atrapados en la memoria, en mis entrañas.” Hay un modo épico en este primer verso que nos anuncia que el poeta va a rescatar a toda costa aquello que considera imprescindible salvar: la libertad, la resistencia, las inútiles muertes en Beirut, la amistad, la persistencia en los sueños, el amor. Habla de las Migajas de Locura cotidianas citando una realidad que se escapa a su propio concepto, que está inerme y en ese desamparo “…descansa descalza entre lo irreal y lo mágico/en palabras bordadas con sangre/en bosquejos de celofán”
De este modo el autor construye un mundo inmediato en el que abruptamente se encuentran frente a frente, el amor y la muerte; las luchas, lo urbano en desabrigo, lo incompresible y de nuevo el amor; lo social, las quimeras, su idealismo sin ambages y otra vez el amor. Y como la vida para este joven autor es “...un instante efímero, incierto, errante,” aconseja “vivilo como un sueño fugaz y misterioso” y así nos da este libro, cuyo misterio es ciertamente, hacerle frente a la muerte con el amor y a este último
llevarlo desde su perfume esencial y vivificante hasta aquel que por ausencia /se deshace en la boca (…) y se muere en el viento “… a la hora de las caricias vencidas.”.
LAS VARIACIONES DEL MUNDO. DIEGO ROEL. Ediciones El Mono Armado 2010
Con un auspicioso prólogo de Rafael F. Oteriño, se inicia la lectura de este breve pero inmenso libro de poemas. Y digo inmenso no por poner un adjetivo ponderativo y altisonante; digo si inmenso, porque es muy difícil hablar de aquello a lo que no tenemos acceso, lo inconmensurable, Así Oteriño dice: que el libro es una búsqueda de lo que podría llamarse “la real realidad” pero va más allá y habla de que el lenguaje de Roel necesita “alcanzar la oscura matriz de lo posible” el primer capítulo “Las variaciones del mundo” que da título al libro se puede apreciar al poeta siendo casi un espectador de si mismo, recuerdan estos primeros versos aquella tradición del budismo del “ser en el no ser”, aquello de dejar que no siendo, sea. “Ahora voy hacia ninguna parte,/dejo que las cosas se aproximen. /No tengo nombre ni memoria” En medio de ese estado puede concebir el mundo como una combinación de infinitas mixturas, elementos y hasta confusiones: “El viento arrastra papeles, palabras, objetos,/las infinitas variaciones del mundo. Nada es real.” Si nos atenemos a conceptos de aquella mística mencionada, nada de lo real lo es, todo sería un camino ilusorio que conduce al necesario desapego como meta final y superación de la contingencia terrestre. “Si, en este silencio me deslizo como una forma sin cuerpo. /No quiero asirme a ningún gesto”
Una vez abordado y firme el itinerario del ser, pasará sin solución de continuidad a la busca de la palabra, su exiguo alcance para expresarlo todo, su discurso que asido apenas le da la posibilidad de expresión con lo que hace aún más intensa esa pesquisa de rumbo.
El autor rechaza pegarse a ningún gesto pero también nos dice que la palabra no tiene peso, consistencia, en resumidas cuentas ni el cuerpo expresa ni la palabra ayuda, nada para que lo esencial invisible pueda ser delineado, para Roel la realidad tapa lo primordial la realidad es ciega, haciendo un ejercicio intenso de desprendimiento material de cuerpo y de lenguaje intenta decirnos que posiblemente quede un espacio en blanco donde seamos nosotros mismos más allá de las convenciones. Sin duda detrás de este poemario su autor no sólo ha leído a los místicos orientales sino que podría asegurarlo ha practicado los estados meditativos y su filosofía. Necesita ir a una zona donde el poema sea tan auténtico como el ser, que este último no se valga del cuerpo para ser y el poema no se valga de palabras para existir en la zona de lucidez y silencio. Necesita ir “al corazón azul del poema”
Casi al final del poemario nos habla del vacío y definitivamente se encuentra la mística budista en toda su propuesta:
“Las voces me dijeron:
El vacío es destrucción y belleza
La belleza es silencio.
El silencio no tiene imagen ni memoria
El vacío es apertura y promesa.”
Nuevamente asegura que ni imagen ni memoria ni nombre (elementos del lenguaje) existen, que la verdadera voz es la del silencio y su belleza.
ANA RUSSO 2011